Todos hemos sido unos padres de penosos en algún momento…
Sí, tal cuál reza el título, no lo neguéis. Todos hemos sido en algún momento unos padres o madres de mierda. A ver, maticemos, no es que seamos malos padres a tiempo completo, pero de vez en cuando podríamos hacerlo mejor.
¿Quién no ha tenido unos días perros perros? De esos que tienes 0 ganas de cocinar y tiras de arroz y/o pasta. Y la queja de “¿otra vez arroz?”, contestar con un “Pero si te encanta…”, acompañado de ojos que transmiten una mezcla de incredulidad y tristeza. Como si lo estuvieras haciendo por ellos, vaya. Venga ya…
O las veces que en no estábamos mirando cuando tocaba. “¿Lo has visto mamá?”. MIERDA. “Wow cielo ¡qué pasada! A ver, hazlo otra vez” Dices mientras le haces el signo de OK con pulgares arriba y expresión de completa sorpresa fingida.Y te quieres morir de vergüenza porque tu hijo se ha currado algo MIENTRAS TÚ MIRABAS EL MÓVIL. ¿Es o no? Lo mismo pasa en la piscina/extraescolares cuando estás de palique con otros padres.

Luego están los momentos en que intentan explicarte cómo funcionan las cartas de Fantasy Riders. Que aparte que a ti te importa una mierda, ni siquiera él se ha enterado de cómo se juega. Así que, mientras él te cuenta durante quince o veinte minutos una milonga que se ha inventado las instrucciones del juego, tú vas asintiendo con la cabeza amablemente; mientras, tu mente se encuentra a años luz.
O una de las más ruines… Cuando quiere quedar con algún amigo pero sus padres te caen como el culo. “No está… Pero podemos llamar a X”. Y sabes que le estás mintiendo descaradamente y que no sé puede caer más bajo.

Y mientras piensas en la de latigazos que vas a recibir en el infierno, te recuerdas que eres una persona, de carne y hueso, con sus fallos. Una persona que a veces se equivoca, toma decisiones incorrectas y que de vez en cuando NO SE LO CURRA NADA. Pero es lo que hay. No, estos momentos no nos hacen malos padres, nos hacen padres REALES.